El problema es cómo llamar a ese "todo". Para la religión, es un Dios con conciencia y entidad propia que se presenta fundido en el maremágnum del universo; para la ciencia es simplemente la realidad. Udina va más allá y lo define como "un nivel de información desconocido para la física, un mecanismo que calcula todas las informaciones". Según su teoría, "el éter que siempre han buscado los físicos no es material sino información independiente de la materia". (En el texto de El Mundo mentado anteriormente)
Cada época implementa (podría hacerlo) sus propias metáforas teológicas. Del animal al ordenador, pasando por la máquina. El relojero ciego, escribió R. Dawkins. El informático loco, reescribirá o habrá reescrito ya alguien, con huella en el ISBN. (El físico le va poniendo sobre la mesa la carta al abad.)
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