3 de octubre de 2014

Oh Lucrecio caro

Será el paratexto de cierta novela, cumpliendo su función de seducir e invitar al vicio por unos pocos euros, pero cuando se hablaba no sé si del tiempo de Adriano como una de las pocas épocas felices de la humanidad, aquella del interinato en que los dioses antiguos se habían retirado, y todavía no mandaban los dioses nuevos, quizás estemos por darle la razón, frente a los vislumbres de una era de exhibición impúdica de las religiones y sus inquisidores. Frente al absoluto del dogma el paganismo ofrece un parco consuelo.

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