¿El final de las comunas hippies -y los extraños amigos de la política?
En el verano del año pasado se publicaron las primeras denuncias sobre malos tratos, trabajo forzoso chantaje, extorsión y amenazas sufridas por miembros de la secta religiosa. Fue después de este primer escándalo cuando el reverendo Jones, que mantenía estrechas relaciones con el alcalde de San Francisco y el gobernador de California, Jerry Brown, compró terrenos en la selva de Guyana y estableció allí la comuna agrícola, a la que bautizó con su nombre,Jonestown o Ciudad de Jones, y a la que se trasladaron unos 1.200 miembros de la secta.
Ante nuevos informes sobre brutalidad y amenazas, el representante demócrata por California, Leo Ryan, acompañado por algunos familiares de los seguidores del reverendo Jones que querían rescatar a sus parientes, y de varios periodistas, se trasladó, la semana pasada, a la comuna de Jonestown, para realizar una investigación in situ y comprobar si realmente se impedía abandonar el poblado agrícola a personas que querían hacerlo. (El País, nov. de 1978)
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