14 de septiembre de 2010

Oh dioses, tened piedad, resolución

No me deis claridad que yo no quiero, reservaosla para los seres lúgubres y escolásticos. Concedeme a mí el vaso de vino de las tabernas, el don de la risa y una voluntad afirmativa. Pero que no sean tabernas oscuras de un cantar arrastrado, de blues apagados y amargos. Yo no quiero el canto del árbol y la cuerda, los crímenes que efectúan los hombres, el daño que se infligen a sí mismos. Lo que yo quiero es salir a la calle y escuchar el ruido, o no salir y pensar que el ruido está allí. Concededme también un retorno en sueños a los días felices, dadme un segundo de inmortalidad en el sueño, de cuando yo era joven o niño y contaba, sin yo saberlo, con el amor de los padres. Y que pueda devolver yo, en vaso copioso, aquella generosidad de la que he sido objeto. Pero no quiero la claridad triste de la carne acerba, sino ver y contar como se resuelven en risas y besos los asuntos de los jóvenes, ver cómo muerden sus dientes la vida en otros labios.

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A las 8: 45, Barça-Panathinaikos.

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