30 de junio de 2008

Bollería y diversión

En cuanto el júbilo se publica conviene hacerse a un lado. La victoria contamina. (Principio primero de la estética del perdedor.)

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Pobre hombre: la timidez le sitúa el valor en el lenguaje ajeno impersonal, en sus proposiciones extrañas de cristal irrompible.

Él, tan frágil.

(La sintaxis sobra: nombres yuxtapuestos, su retirada al rincón.)

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Pobre hombre: sin distinguir el profeta del alienado, para asegurar su lenguaje cuando habla a otros; para saber de sí en palabras que mueren al nacer, sabiendo el resto que se fija en la conciencia ajena inaccesible.

Pobre hombre: de semántica cautiva; demasiado perezoso para la sintaxis, que es la cortesía de las voces, la decisión de ir con otros, el orden de la vida.

Pobre hombre: que tira de la conciencia interior, tan parlanchina ella, por ver si (le) salen los personajes a la calle. Otros yos igual que ecos que le enriquecen; que no son yo en cuanto se ha emitido la voz, se ha fijado en la letra y (en cuanto) le han nacido, al yo primero, sus proposiciones incomprensibles (¿los mundos del deseo?).

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28 de junio: Espíritu de la negación:

No deja de ver las solicitaciones de la masa en las actuaciones musicales liberadoras. Como si se estuviera preparando al hombre, vísperas festivas, para algún sacrificio desconocido. Habiendo sustituido, convenientemente, el lenguaje por una onomatopeya que se le asemeja.

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