11 de noviembre de 2007

Tiempos


Sólo algunas cosas que decir:

La conversión de la necesaria inteligibilidad de los discursos y las prácticas en una novela y caos de posibilidades. Algo que literariamente es salvable, puesto que existe, en la mente del lector (que "duplica" en otra persona, cuerpo y alma, la mente del narrador), el código capaz de recomponer los cabos sueltos, y trazar un camino en la selva narrativa; pero que institucionalmente no conduce más que a una anómica realidad, en primer lugar porque el código interpretativo se queda en las recias manos de la academia pedagógica (o psicológica, sociológica, etc.; convocar al dios económico ya está demodé, pero está al caer el deus ex machina antropológico, lo que se comprueba en este mismo artículo del didacta universitario). En efecto los insectos están para ser observados y expertorizados; la realidad social ha sido resuelta en sus categorías: espacio-tiempos distintos para experiencias distintas, y válidas y enriquecedoras todas por igual (claro que sí: el canon no gusta). De resultas de lo cual, la ratio cognoscendi tan penosamente ganada en el discurso mental moderno, en torno básicamente a categorías liminales de la vida subjetiva y de la experiencia objetivable, como las de tiempo, espacio, causalidad, etc. (pensemos nada más, sin exclusiones, en Newton y Kant) se transmutan alquímicamente en la utopía aquí ya presente de los infinitos mundos (espacios, tiempos, experiencias, creencias, prácticas, costumbres... = culturas). De manera que gracias a este utopismo pedagogizante, merced al inflamado corazón de Rousseau que observaba que era demasiado reseco el esquema legislativo de la inteligencia moderna, gracias a todo ese esfuerzo, las reglas de juego social de gran alcance (contenidas en las summas sociológicas y antropológicas al uso) se convierten en reglas micro de actuación institucional. Varios pájaros caen de un tiro del escopetazo: las aserciones científicas que se maravillam (noesis noeseos) al verse autocumplidas, el conocimiento científico objetivo es TU obligación subjetiva, así que tu libertad consiste en el ajuste a la necesidad racional del cosmos (aunque no tanto: dado que en la era tecnocientífica la pureza de la verdad depende de los fondos y las empresas patrocinadoras, y no hay que hacerse demasiadas ilusiones), por lo que todos los seres humanos nos hemos convertido en los portadores de una verdad, que sigue definida como una corespondencia, pero que se cumple en el interior, con arreglo a la emoción ginebrina, que ya no puede asquearse de la reseca piel, una vez que la categoría se ha transustanciado en sangre y ya no en esperanza de la vida eterna, porque la vida eterna ha sido igualada con la riqueza de la/s experiencia/s.
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¿Por qué el entusiasmo del didacta? ¿Por qué la indignación lectora? Se trata de los alumnos que inician el "camino transportado a las 7 de la mañana y lo finalizan a las cinco de la tarde". ¿A dónde? ¿Al campo de trabajo? Extrañas asociaciones vienen a la memoria, máxime cuando se ha hablado de una "racionalidad totalitaria" al inicio del artículo... Asociaciones miserables que no deben ensuciar la sensatez aristotélica de un antes y después en los cambios según el tiempo de los relojes, el único y el humano...

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