Una vez desaparecido el capitalismo, supuesto origen de todos los males, la persistencia de los problemas solo podía explicarse por la existencia de traidores, tibios, infiltrados. Y así, la política moralizada degeneró en persecución. Se pasó de transformar las condiciones sociales a forjar hombres nuevos. La ingeniería institucional dio paso a la ingeniería del alma. La solución ya no era política, sino pedagógica: había que reeducar a los culpables. La paradoja trágica del moralismo político: cuando fracasa, no rectifica, castiga. (F. Ovejero, en El Mundo)
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26 de septiembre de 2025
Hemerotecas, de los males del maximismo moral
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