A falta de mar, buenos son los ríos para quien tiene la vocación de contemplar. Óptima su síntesis en el lago, donde descansa la ciudad y se hunde la música del órgano. Y en las plazas no hallarás un ciprés de sombra y sueño, nada más que plantas en los balcones.
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Inútil una tabla de lecturas para el afectado de diletancia constante.
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