Visto por ahí: el interior del alma se ocupa de los juicios analíticos, el exterior de los sintéticos. O sea, que la razón por sí sola no conoce el mundo, sus verdades son estériles y la única salida son los ojos. ¡Vaya que si las mónadas tienen ventanas!
(Estas verdades solo las puede descubrir la juventud irreflexiva cuando la examinan de Kant, lo que le da para corregirlo con Hume y Leibniz.)
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