23 de mayo de 2021

 Arnaldo de Alcira, floruit c. 1990, fue navegante primero de mares y después de las estrellas. En el viaje se halla el conocimiento de los límites, decía. Sería por eso por lo que entró en el programa de la Agencia europea para la selección de cosmonautas, para probarse más allá de la redonda tierra, entre el frío exoplanetario y la ausencia de gravedad. Hombre sustancialmente humilde y veraz, a despecho de sus muchas prendas, decidió un buen día volver para beneficio de sus semejantes. Estableció oportuna cátedra en el sur, difundiendo entre quien le quisiera escuchar las verdades del oriente que por aquí desconocíamos, acerca de la amistad y la compasión, principios los cuales deben reinar entre los seres, y que él practicaba sin descanso. Era de ver además, el contento de sus discípulos por la justicia que mostraba el maestro al evaluar sus progresos en el camino de la Vera Doctrina.

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