3 de noviembre de 2019

Cuesta ver a personas jóvenes y muy inteligentes dominadas por el relato, después de lo de Lyotard (1979). (Quiero escribir que el relato es un recorte en el campo de la verdad. Que esta última, o desaparece entre tantas secciones practicadas o no consiste más que en la superposición desmadejado y a posteriori de los relatos generados por el interés particular. La polis debe manejarse con esta imperfección, para la cual la verosimilitud suena hasta demasiado ambiciosa como horizonte de decisión.)

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