1 de junio de 2018

Hemerotecas

La historia de Tommouhi, es, quizá, la más aterradora. Él no busca dinero, sino recuperar su dignidad. "¿Dónde voy a reclamar ahora?", se pregunta en una cafetería del centro de Barcelona. "Me han cerrado todas las puertas. La justicia es para los ricos. Yo soy pobre y no les importo. Me han dejado vacío. No me quito la vida porque hay que aguantar hasta el final, pero siento que estoy muerto. Que soy algo que ya no va a dar brotes. Ilusión... ¿cómo voy a tenerla con lo que me ha pasado? Me han puesto una cuerda en el cuello y no la sueltan. Si al menos reconocieran que soy inocente, podría respirar tranquilo. Ver limpio mi nombre y el de mi familia". (En El País, 2010)

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