30 de octubre de 2017

Esa madeja de Kafka, ese ser extraño

Al hilo de algo que escribe Shalamov (no voy a buscar la cita exacta, no soy tan erudito) acerca del estilo de su prosa: la belleza viene con la verdad de lo narrado (y la verdad debe venir sin adorno). Se trata de una pulcritud esencial, trascendental in senso escolástico inclusive, que prescinde de la bondad o moralidad de los hechos narrados. Registra lo que es: por eso solo la prosa se muestra como verdad. Pero al mostrar el mal no le queda otra que homenajear al bien. Y al consagrar la ira como resultado de la injusticia sufrida, ¿no está clamando por el dios ausente y por la unidad última? (Shalamov, hijo de pope, fue un coherente ateo.)

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