Cuando lanzan sus proyectiles desde la distancia, con una fina consideración de la matemática de las curvas parabólicas, los soldados de artillería nunca tienen que mirar a los ojos de un niño moribundo. Lo mismo ocurre con los misiles teledirigidos y con las bombas dirigidas desde los aviones militares. El asesinato a distancia es un crimen más simple y abstracto. (Ian McEwan, en El País)
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